diumenge, 17 de febrer del 2013

Lamentos sobre una vida en la arena

Las horas pasan y pasan y mueren y yacen en un sinfín de diminutas lágrimas agriadas. El mundo gira y gira y el mar huye y huye y tu sigues impasible frente a la orilla que ha encadenado tu vida y cada uno de sus momentos.

El sol tímido parece aparecer entre las sombras de la noche y el espesor de las nubes pero siempre acaba por esconderse; siempre, por el mismo horizonte. Pasas horas, días y años escudriñando en la inmensidad de tu pequeño horizonte tratando de hallar esa puerta de emergencia, ese modo impredecible de salir corriendo de un mundo que no es más que una enmarañada trampa de mentiras.

Y mientras no lo logras, te distraes dibujando con los dedos algo bonito en la arena y adornándolo con el rojo del coral. Te diviertes imaginando historias de ciudades legendarias y personajes insoñables. Pero, tarde o temprano, la sal de siempre la misma ola cae sobre ti asfixiándote la piel e irritándote los pulmones. Pero allí te quedas, inmóvil, esperando a que la historia empiece de nuevo.

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