divendres, 16 d’octubre del 2009

Lienzo


¡Por fin llegó ese momento, mi momento! Cuento ya más de una semana que no lograba eso que tanto anhelaba: ese impulso casi instintivo que irremediablemente me mueve a crear algo nuevo. Impulso y necesidad, creo que eres el único capaz de entenderme ahora.

Y es que desde hace años has sido el único capaz de sorprenderme, de mantenerme despierta durante horas y de hacer flotar el tiempo durante breves instantes de tiempo. Extraña sensación la que me invade cuando me hayo cerca de ti. A veces me es fácil mirarme y comprender el afán de un joven pintor que traza furiosas pinceladas sobre un lienzo que permaneció blanco durante años consiguiendo, poco a poco, un retrato abstracto de su realidad.

A pesar de todo, a pesar de lo que acabo de inventar, aun me falta mucho hasta lograr una colección entera i será entonces cuando mi arte, será el tuyo.

dilluns, 5 d’octubre del 2009

Serenidad


Creo que me siento con la necesidad de escribir de nuevo. No lo entiendo pero lo hago sin más motivos que el de desahogar mis impulsos; debo mantenerme firme. Reconozco que pensar en ti excita algo más que mi cuerpo pero no puedo dejar de hacerlo cada vez que me acerco a este cacharro con el que ahora escribo.

Intentar robarte cinco minutos más se convierte en todo un logro, un juego en el que me siento cómoda a pesar de tener mucho que perder, pero dime, ¿acaso hay juego sin comodín? De momento no intento nada a pesar de quererlo todo, pero es recomendable mantenerme al margen y esperar a que me rías de nuevo. Curiosa sensación la de cruzar dos miradas casi desconocidas y crear algo de lo que aún no se si pretendes convencerme o soy yo quién lo intenta. Apuesto a que ni siquiera lo intentas pero está patente en tu naturaleza humana: me atrae sin más algo que no consigo adivinar.

Pero en el fondo la vida es distinta, ¿no crees? Ni juegos, ni comodines, ni trastos, ni miradas que valgan. A veces es difícil aprender a escoger entre el deseo y la serenidad y, ahora mismo, no se que es lo que me conviene. Supongo que lo más adecuado será dejar pasar las horas mientras espero que me roces sin querer para, de nuevo, dejarme llevar con el tacto de tu piel y tu atrevido olor a colonia.

Deseo


El cálido sol de principios de octubre acaricia mi cara en un intento por retenerme bajo su dominio mientras me ciega la vista. Cuesta seguir allí, inmóvil, pero lucho contra el impulso de levantarme y buscar refugio. A veces es mejor seguir expuesta a lo que te rodea aunque eso suponga una batalla interna entre lo que es y lo que debería ser.

Intento, sin éxito, no pensar en ti ni en él pero al cabo de pocos minutos, entiendo que es prácticamente imposible dejar de pensar, dejar de sentir, al fin y al cabo, dejar de ser quién soy. La verdad es que me he negado tantas veces que hasta he perdido la cuenta y se me hace raro recordar que tengo la estúpida necesidad de sentirme cerca de alguien; como mínimo, tengo la necesidad de sentir que alguien necesite estar cerca de mí.

En momentos como estos intento averiguar si me he quedado estancada en algún punto de mi evolución y, sinceramente, creo que sí. Me quedé en aquella época en la qué querer un beso de alguien no se convertía en una agonía constante sino que era tan sencillo como pedir que te lo dieran; me quedé en aquella época en la que desear a alguien con un impulso irrefrenable, casi irracional, no era más que andar detrás de él chillando de forma histérica; me quedé en aquella época en la que intentar abrazar a alguien por el simple placer de oler su cuerpo no era más que algo que salía en las películas pero que no tenias ni intención de entender.

Es curioso cómo pasa el tiempo y cómo pasa cada una de las emociones por mi rostro. Cómo pasan los días y, al verte, tengo más y más ganas de sentirte un poco más cerca. ¿No lo entiendes, verdad? ¿O quizás sí?